Plaga de millonarios afecta a Hato Mayor

La corona del parque Mercedes de la Rocha

Manuel Antonio Vega
atacando10@gmail.com

HATO MAYOR.- De la noche a la mañana
y sin que nadie investigue nada, Hato Mayor, una provincia que hasta hace poco
solo vivía de la explotación agrícola, la pecuario y el comercio, exhibe
riquezas exorbitantes por doquier, abriendo el apetitos a unos y provocando los
más variados comentarios entre lo que no tienen 
nada.
Las yipetas y viviendas construidas
en campos y barrios delatan que en Hato Mayor hay una plaga de nuevos millonarios. Hay «
políticos» que han cambiado su 
estatus de pobre a ricos y hoy tienen mansiones.
El pueblo de Hato Mayor hasta el
primer quinquenio de la década de 1980 no exhibía tanta pomposidad económica
como ahora.
En el pasado reciente, esta ciudad
ahora con más de 50 mil habitantes en el casco urbano, la mayoría estaban
dedicaos a las labores de siembras agrícolas y la pecuaria, pero en los últimos
15 años el despertar económico ha sido sin parangón.
Las remesas de muchos que se han ido
 buscado mejores horizontes a Puerto
Rico, Estados Unidos y otros países de Europa, han ido convirtiendo a Hato
Mayor en una zona explorable para las inversiones.
Los hatomayorenses son gente muy
trabajadora, hospitalaria y muy nobles de corazón, por ellos ha permitido que
inversionistas foráneos se establezcan en campos y barrios, unos solo a vivir,
otros a establecer negocios y comprar fincas, que dedican al cultivo agrícola y
la ganadería.
Edificaciones millonarias se
construyen en barrios y campos ante el asombro de los que siempre critican  lo bueno y lo malo.
Mientras la pobreza se enseñorea por
algunos barrios, las compraventas han crecido, formando parte de la pomposidad
económica de unos y la desgracia para otros.
Ya no hay calles de pobres, donde
solo se veían  casas con las rendijas por
donde se podía ver a las parejas hasta haciendo sexo. Cualquier barrio  tiene una vivienda de dos niveles o tres o
edificio de apartamento.
Hato Mayor ya no es el que conocí en
1969 cuando llegué de la comunidad de Santana, a tres kilómetros al este del
pueblo, con calles maltrecha y rancho cayéndose, porque sus propietarios no
tenían con que reparar su vivienda.
Veo a otro Hato Mayor con parques
modernos, grandes negocios y yipetas a granel.
Admitir tengo, que esta bonanza ha
llegado muy rápido, de sorpresa, como de la nada.
El florecimiento económico es envidiable,
ya que han aflorado discotecas, restaurantes, pizzerías, centros ferreteros y
hasta talleres y repuestos de vehículos, que no te permiten a otro lugar a
buscar servicio mecánico.
Esta plaga puede ser mala para unos, pero buena para otros y el pueblo que de una forma u otra se está beneficiando con empleos y el  mejoramiento económico y urbano de Hato Mayor

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