Hato Mayor, cuidemos a Papito

Manuel Antonio Vega
atacando10@gmail.com

La eficiencia, la honestidad y la
responsabilidad, muchas veces no es premiada ni valorada como debe ser, porque
ahora un grupo de personas, incluyendo abogados y políticos buscan hacer saltar
del cargo al fiscal de Hato Mayor, para luego asaltar la fiscalía.
Sepan detractores, que
el delincuente teme a Papito y el hombre de trabajo se siente más seguro y
tranquilo.
La fiscalía de Hato Mayor, una de la
mejor valorada por varios años, es para varios abogados, que no se han
preparado a luz del nuevo ordenamiento jurídico y el Código Procesal Penal, una
retranca que le impide hacerse de dinero y lograr la libertad de delincuentes.
Para algunos políticos del patio tener
el control de la fiscalía es tener en parte ganada unas elecciones, porque
desde allí, entienden ellos,  se hace
favores políticos, obviando normas y procedimientos legales.
No entiendo esto, porque el PLD ha
ganado varios certámenes electorales y el fiscal ha sido Manuel Emilio Santana
Montero.
Pienso que Papito, como es conocido
el fiscal de Hato Mayor ha ayudado, con su comportamiento y accionar a favor de
la sociedad a buscarle algunos votos al PLD, por las valoraciones que se hacen en
grupos sociales, económicos y religiosos.
Papito no es         el fiscal de los delincuentes, del
estafador, extorsionador, de vendedor de drogas, de ladrones, ni de quienes en
la oscuridad buscan adueñarse de la sociedad para hacerla un puro cao y
desorden.
Papito no es la moneda de oro que
gusta a todo el mundo, pero es el fiscal honrado, honesto, responsable, que con
sapiencia ha sabido dirigir la mejor fiscalía del Este, lo que enaltece y
valorariza la provincia de Hato Mayor.
Sé que es humano, que por esa
condición tienes fallas y debilidades, pero dentro de ese parámetro ha  sido mejor que los anteriores.
Es un fiscal que le inspira
confianza al maestro, al alumno, al hombre de trabajo, a hombres y mujeres de
fe.
Por sus iniciativas en contra de la
delincuencia, Hato Mayor está entre la ciudad más tranquila de la región Este y
la número cuatro a nivel nacional.
La tranquilidad no se compra con
dinero, se gana con esfuerzo y tesón que se imprima sobre la delincuencia.
Se le acusa de tener  a muchos jóvenes presos en la cárcel pública,
General Pedro Santana de El Seibo, pero es bueno indicar que están allí por
delinquir, robar, matar, violar, atracar, secuestrar y vender drogas. Están en
el lugar ideal.
Gracias a Papito hoy no tenemos
menores en burdeles como pirujas o pindongas, sin que sus patrocinadores no
hayan obtenido castigo.
Hay abogados que no saben ni la “A”
del Código Procesal Penal y procuran hacer saltar del cargo a Papito.
El abogado busca resolverle al
cliente cuando está preso por algún delito, pero  no debe pretender que para ello el
representante del ministerio público debe ser blandengue o timorato.
Un fiscal debe ser un ser de temple,
que no se lo doblen las cuclillas ni se le ablande la coraza y el corazón para
actuar contra la delincuencia.
No abogo para que sea fiscal para
siempre, porque la misma sociedad que ha mordeado el hombre lo impedirá, pero sí
lo está haciendo bien y las encuestas radiales, de la televisión y la
valoración que se tiene dentro del tren judicial estatal dice que va bien, pues
que lo siga haciendo bien, porque es para beneficio de la sociedad.
Tengan cuidado abogados y políticos de
Hato Mayor, esta ciudad está tranquila y bien dirigida.
No desarbolen las avispas y por apetencias
personales y mercuriales echen por la borda el magnífico esfuerzo que se ha
hecho en los gobiernos del PLD para tener a Hato Mayor tranquilo y con la tasa
más baja de criminalidad.
Es bueno recordar que un fiscal es
el funcionario público o magistrado que lleva materialmente la dirección de la
investigación criminal y el ejercicio de acción penal pública.
Es decir, es a quien corresponde
desempeñar directa y concretamente las funciones y atribuciones de éste, en los
casos que conoce.
Estos funcionarios, en los casos que
tienen a su cargo, ejercen sus funciones con independencia y autonomía, bajo
los principios de legalidad y objetividad, debiendo practicar todas las
diligencias que fueren conducentes al éxito de la investigación, siendo
responsables, en el ejercicio de sus funciones, en el ámbito civil, penal y
disciplinario.
Habitualmente están facultados para
impartir instrucciones particulares a la policía, respecto cada causa (sin
perjuicio que toda actuación que restringe o afecta derechos fundamentales,
requiere por regla general de autorización judicial previa).
No obstante lo anterior, las
autoridades y jefaturas del Ministerio Público, en los distintos sistemas,
suelen ejercer un control jerárquico más o menos permanente de los agentes de
su dependencia, que se extiende tanto a la eficacia y eficiencia en el
cumplimiento de sus objetivos, como a la legalidad y oportunidad de sus
actuaciones.
Hato Mayor, cuidemos a Papito!!!

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