¿La igualdad entre los sexos mató la caballerosidad? conoce lo que opinan hombres y mujeres en nuestros tiempos
Por Tatiana Pérez Rivera /tperez@elnuevodia.com
De lejos observaba la escena: un hombre en sus treinta abrió la puerta de un centro comercial a tres damas a punto de entrar al edificio. La cuarentona le sonrió, la veinteañera ignoró el gesto y siguió hablando por teléfono mientras que la cincuentona verbalizó su agradecimiento.
Quizá lo hemos dado por sentado. Tal vez lo hemos invisibilizado. El caballero que abre la puerta, cede el asiento o recoge los papeles que de la mano de una dama se cayeron se mantiene en escena y con devoción pasa el legado a nuevas generaciones. Ni mito, ni fósiles. Los hay de carne y hueso.
El otro, el descuidado, ha hecho que lo extrañemos. Ese que nos cierra la puerta del ascensor en la cara, el que nos tira la puerta de la farmacia a su salida o el que nos indica con el dedo que se nos cayó algo de los múltiples paquetes que llevamos a cuestas nos hace salir de la ingratitud con la que a veces premiamos al caballero. Entonces invocamos su auxilio.
No es un seductor pero sus actos agradan. No es débil, es servicial. Un caballero es eso, gentileza y elegancia. Y aunque nadie lo agradezca, ellos siguen fieles a esa cortesía que se les adhirió en algún momento de sus vidas.
“Claro que a las mujeres les gusta todavía que uno sea un caballero, no creo que les espante”, subraya Carlos Rivera, un joven que se desempeña como agente de seguridad.
Lo aprendió en su casa, “de mis padres” que le enseñaron cortesía y disciplina. “Y eso no se olvida”, remata Rivera.
“Yo lo aprendí de mis padres y de mis hermanos. Soy el quinto de seis hermanos y mi mamá nos enseñaba cómo debían hacerse las cosas además de que lo veíamos en mi papá”, afirma, de otra parte, Ricardo Reyes, quien se desempeña como juez.
Lo considera “una filosofía de vida”. “Ninguna dama se queda de pie si hay un hombre sentado”, menciona parte del credo de un caballero, “y eso también se extiende a las personas mayores o a los maestros. Eso me inculcaron”.
Y eso inculcó. Junto a su esposa, este caballero que recibió un premio por esta virtud en su graduación de noveno grado, se encargó de pasar la lección a sus tres hijos varones: Ricardo, Gabriel y Antonio.
“En la boda de Gabriel”, cuenta del acto realizado hace poco, “decían lo caballero que es. Igual dicen de mis otros hijos pero si les preguntas ellos ni se dan cuenta que lo hacen. Me siento complacido porque esa es la labor de padre, educar. Mi esperanza y mi seguridad es que lo pasarán a mis nietos”.
Porque nadie pierde con un caballero a su alrededor. “Por lo general el caballero es un buen ciudadano que piensa en el bienestar de otras personas”, explica Reyes.
“Si la persona no se da cuenta o no lo agradece, no importa porque uno no está buscando reconocimiento. Para ser caballero uno tiene que tener mucha seguridad en sí mismo, en quién es uno y qué hace. Ahora se enseña que esta es la vida del más listo; si hubiera más personas con la idea de ser servicial el mundo sería un poquito mejor”, agrega Reyes.
Sí, ellas lo agradecen
El feminismo trajo independencia. Vendió el mensaje de igualdad entre los sexos. ¿Mató la caballerosidad?
“¿Qué de malo tiene?”, cuestiona Mariela Rivera, una mujer profesional, “ya ha pasado tiempo para que del feminismo tomemos lo que estimula, lo positivo y desechemos lo que separa y nos atrasa. No disfrutar de la caballerosidad de un hombre es un extremo”.
Ana Lucía Torres trabaja a tiempo parcial. Al caballero lo asocia con su padre y cuando piensa en un hombre ideal incluye dicha característica.
“Desde pequeña mi papá siempre me abrió puertas, haló sillas y me llevó por el lado seguro de la acera. Y no tengo problema con eso”, asevera Torres.
“Soy adulta, soy independiente pero me disfruto el rito de la cortesía. No me hace menos autosuficiente, ni me degrada como individuo, algo en ese código me remite a la ternura de mi padre y la verdad con eso no tengo problema”, insiste Torres.
Desirée Lowry, presentadora y propietaria de una academia de refinamiento y modelaje apunta al otro lado de la moneda.
“Muchas veces son ellas las que se adelantan y no le dan la oportunidad al hombre a que le abra la puerta del carro o del centro comercial. Si el caso es que a él no se le ocurre, hasta cierto punto lo podemos enseñar. Si tu esperas unos segundos, él coge el mensaje. Si aún así no la hace, puedes decirle ‘oye chico, tú puedes abrir la puerta’”, sostiene y agrega que a los modelos varones en su academia se les inculcan buenos modales. La lección va desde apretar la mano con firmeza y mirando a los ojos hasta modular el tono de voz.
Lowry coincide con Torres en que si en su crianza la mujer ha estado expuesta a caballeros, esperará esa conducta en el futuro.
“Los buenos modales no tienen que ver con feminismo ni con sexo, tienen que ver con civismo. Oye, y tampoco tiene nada de malo que la mujer le abra la puerta al caballero. La cortesía abona a que vivamos en armonía”, puntualiza Lowry.
En casa, vive con un caballero y educa dos hijos menores de diez años para que así lo sean.
“Gracias a Dios a Roberto lo criaron a la antigua, es muy caballeroso. He tenido esa suerte. Claro, a mis hijos le sirve como ejemplo que él me trata como una reina”, menciona Lowry segura de que el enchape “antiguo” de la caballerosidad se vuelve moderno en ese entorno.
Amanda Gómez y su esposo se sorprenden con la rapidez conque los niños copian costumbres.
“El nene ve los detalles de papá con mamá antes de salir de casa y hace poco cuando lo fui a buscar al cuido fue al lugar donde están las loncheras, buscó la de él y la de su amiguita y le entregó la de ella con un abrazo antes de irse conmigo. Me quedé boba porque apenas cumple dos años”, indica Gómez y agrega que la práctica se refuerza con palabras.
Y si no te lo enseñaron
Pues llegarás a una edad en la que te darás cuenta que otros lo hacen y, además de resultar positivo, les alegra el espíritu. Socialización en su máxima expresión.
“A mí nadie me enseñó a ser caballeroso”, dice Victorio Madera, “lo aprendí solo, mirando por ahí porque en mi casa no me lo dijeron”.
Aún así Madera se dio cuenta y lo incorporó. “Yo no espero que me agradezcan cuando le abro la puerta a una mujer o a un viejito, uno lo hace porque sí. Yo no le hablo de eso a mi hijo pero me ha visto y él lo hace ya. Yo creo que va a ser más caballeroso que yo”, indica Madera sobre su hijo de doce años.
Janice Hernández tiene tres proyectos educativos a largo plazo: un varón de 7, uno de 15 y otro de 18. Indica que la caballerosidad la enseña como algo natural, “como lavarte los dientes todos los días” pero afirma que la recepción del mensaje depende de la edad y la personalidad.
“Tú enseñas, observas cómo se desenvuelven y en privado le refuerzas en lo que falló”, insta.
“El chiquito está en esa edad en que cree que las nenas deben estar con las nenas y los nenes con los nenes así que empujarlas le puede resultar normal. Pero tú le sigues enseñando y llegará la edad en que tenga eso en cuenta. El de quince es más receptivo, cuando empiezan a tener noviecitas le recuerdas que le abra la puerta, que le pague el cine y que la proteja. Si noto que no lo hizo, en privado se lo digo y lo toma muy bien. Esa es su personalidad”, narra Hernández.
La personalidad del tercero es distinta. “Tiene 18 y es más descuidado en eso. Se lo puedo decir veinte veces y no le importará. Tiene que ver con su forma de ser y con presión de grupo porque piensan que eso es de viejos; y si te topas con una novia que dice ‘a mí nadie me paga esto es igualdad’ se hace más difícil la cosa”, dice sin perder las esperanzas ya que lo ha visto más receptivo al tema, sobre todo en la cortesía y el detalle.
Hernández no pierde las esperanzas. Sabe que nunca es tarde para ser todo un caballero.
Caja 1
Que quede claro:
– Los hombres que ceden el paso a las mujeres lo hacen por educación no por obligación. Ellos no son porteros de un hotel.
– Si en un restaurante un caballero acerca el asiento a la señora es una muestra de cortesía.
– Si alguien le cede su asiento en el tren urbano, agradézcale pues es una cortesía.
– Un caballero nos cede su turno en una tienda o se ofrece a ayudarnos con los paquetes que estamos cargando en nuestro automóvil o a cambiarnos el neumático pinchado. Su interés es servir.
– Si un hombre brinda su abrigo a la mujer que tiene frío también es un detalle para agradecer.
Fuente: protocolo.org
Caja 2
Forma un caballero
-Espera unos segundos. Brinda la oportunidad de que un hombre tenga el detalle de abrirte la puerta.
-Si no capta la indirecta verbalízalo sin ofender.
-Ten presente que tus hijos están aprendiendo de ti en todo momento. Sé buen ejemplo.
-No los corrijas en público si fueron descorteses. En privado indícale qué hubiera sido correcto.
-Aprovecha situaciones que atestigüen para instruirlos.
-Celebra y agradece la buena conducta de otros caballeros.
Caja 3
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“Los buenos modales no tienen que ver con feminismo ni con sexo, tiene que ver con civismo” Desirée Lowry
“Claro que a las mujeres les gusta todavía que uno sea un caballero, no creo que les espante” Carlos Rivera, agente de seguridad
“Ha pasado tiempo para que del feminismo tomemos lo que estimula, lo positivo y desechemos lo que separa y nos atrasa. No disfrutar de la caballerosidad de un hombre es un extremo” Mariela Rivera profesional