Un asilo de ancianos haitianos en batey de El Seibo necesita ayuda


Manuel Antonio Vega

atacando10@gmail.com

Haití Mejía, El Seibo.- En medio de
dos campos de caña, cerca del chucho de caña y el pozo malacate, en el batey
Haití Mejía, sección Mata de Palma de El Seibo, opera, quizás el único hogar de
ancianos, exclusivo para envejecientes haitianos, que dieron toda una vida en el
corte y tiro de caña en la región Este.
Al menos nueve adultos mayores de
origen haitiano viven en la “Residencia de Sor Leonor Gibb”, una monja de
origen canadiense, que lleva más de 40 años trabajando en el campo de la
educación y la toma de conciencia en campos y bateyes de los ingenios
azucareros de San Pedro de Macorís, Consuelo, Hato Mayor y El Seibo.
Provistos de camas, una cocina,
comedor, área de recreo, el hogar “Residencia Sor Leonor Gibb”, tiene unos 10
años operando de manera ininterrumpidas.
Al día de hoy, unos nueve adultos
mayores, que entregaron toda una vida al cultivo, corte y arrimo de caña, viven
saludablemente y bien atendido en el hogar, rodeado de cañaverales.
Los viejitos reciben las atenciones
médicas de Ramón de la Rosa, encargado de la clínica rural de la comunidad de
Cañada del Agua, a mas de 35 kilómetros al sur de El Seibo y a igual distancia
del municipio Consuelo.
El proyecto de carácter social y
humanitario es orientado por Sor Leonor Gibb, pero patrocinado por la pareja de
esposos del Canadá Roberto y Margarita Jarst, quienes dan apoyo económico y
llevan logística al hogar.
Cuando el proyecto inició, en el
2002,  había unos 10 ancianos haitianos,
pobres de solemnidad, que fueron reclutados por su edad en los bateyes cercanos
a Haití Mejía, pero recientemente falleció uno.
Actualmente están albergados Ofima
Yemé, José Lambalán, Leguaná Yan, Napoleón José, Ricardo Mejía Bosié, Francisco
Ogando, Manuel Encarnación (Sepelea) y Nazario Porfirio.
Aunque el médico de la comunidad va
y le presta atención médica preventiva, los viejitos no tienen seguros, lo que
preocupa a Ana María García, encargada de cuidar y cocinarle a los adultos
mayores.
Cuando algunos de ellos enferman y
necesita atención especializada, es buscado por Sor Leonor Gibb, quien lo lleva
al hospital del municipio Consuelo o al hospital regional Antonio Musa, en San
Pedro de Macorís.
Aunque cuenta con el apoyo de los
esposos Roberto y Margarita Jarst, el centro de albergue necesita de mayor
cantidad de alimentos, detergentes, 
medicina y un local más espacioso.
EL LOCAL
La Residencia de Leonor Gibb opera
en varias habitaciones del viejo barrancón del batey Haití Mejía, desprovistos
de barrotes de seguridad en persianas, puertas y barcón.
El zinc tiene filtraciones y el
patio no tiene verja perimetral, que pueda garantizar el esparcimiento de los
envejecientes.
Las puertas, guarniciones y
persianas son de madera antigua y está siendo carcomida por la carcoma y traza.
Hacen falta sillas.
Iglesias, colonos y grupos
comunitarios de más de 10 comunidades bateyeras de Mata de Palma visitan y
cooperan con el centro, pero eso no es suficiente.
No se usa abanicos, porque en la comunidad
no hay energía eléctrica, por lo que en tiempo de calor, los ancianos tienen
que ser refugiados debajo de árboles, para que no vayan a sufrir desmayos.
La obra de amor y educación que
realiza Sor Leonor Gibb en las comunidades bateyeras debe encontrar el respaldo
del Gobierno Central, que debe disponer las ayudas necesarias y ordenar
construir una estructura modernas, para albergar a estos ancianos que dieron
toda su vida a cambio de nada en las comunidades bateyeras del Este del país.
 

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