Proyecto Agrocafé dará riquezas en Hato Mayor

HATO MAYOR.- La huella de unos rieles antes de llegar a Alejandro Bass es la frontera visible entre las provincias San Pedro de Macorís y Hato Mayor. Estas líneas férreas eran el símbolo de la prosperidad de unos y la soledad de otros. Ahora todos son iguales. El Ingenio Consuelo ya no pita y la pobreza tiene el mismo acento a uno y otro lado de la muesca por la que alguna vez pasaba el tren.Antes y después de Hato Mayor sólo  hay caña y potreros. El abandono es común a unos y otros. Las colonias en manos de ingenios privados se pueden distinguir por el cuidado y la limpieza de las plantaciones. Los predios de los pequeños colonos sobreviven a la maleza. Las antiguas tierras del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), ahora en manos privadas, sólo tienen las cercas.
El paisaje mejora cuando se toma la carretera de El Valle, a partir de ahí empieza a desaparecer la caña y la carretera se hace sinuosa en tanto se llega al llamado macizo oriental. No se enfrentan  grandes alturas, pero en el cambio la vegetación es evidente. Para nuestra sorpresa encontramos pequeñas plantaciones de café.
Hace años que se siembra café en el macizo oriental. Los puertorriqueños que vinieron a la “danza de los millones” trajeron su cultura y hasta su variedad: la robusta.
Para la mayoría de los dominicanos el Este es caña y ganado. La crisis de ambos sectores, acentuada en la última década, volcó una parte de la región al turismo y las zonas francas. La producción cafetalera ausente hasta de las estadísticas oficiales quedó en la marginalidad de los que se negaron a acercarse a las urbes.
Es visible el alto rendimiento y las diferencias en la arborescencia con el café arábigo o típico que prevalece en gran parte del territorio nacional. Esta planta produce más y en racimos ausentes de hojas, su recolección es más fácil.
Nuestro guía explica con paciencia las características de esta variedad, sus propiedades, su adaptación y su enorme rendimiento, nos advierte: “Vas a conocer la locura de Rafael Perelló”.
La comunidad se llama “El 15” y la “locura” está unos kilómetros antes. Se trata del proyecto Agrocafé, una finca de 17 mil tareas que deberá ser la más moderna explotación cafetera de la región.
Traspasada la puerta de entrada y a una altura apenas superior a los 200 metros aparece la primera plantación que fue sembrada hace unos meses. Las plantas forzadas a doblarse por una estaca de bambú sorprenden con la primera novedad de la cultura cafetera: el Agobio. La técnica recién introducida al país dobla a ras de suelo a la planta de un pie de alto y la obliga a crear brotes nuevos. El resultado es un arbusto con varias ramas principales en vez de una y por tanto la producción de tres a cuatro plantas en una sola.
Desarrollo

El proyecto fue  iniciado hace dos años y aunque apenas tiene un desarrollo del 10 por ciento, ha necesitado una inversión de más de 400 millones de pesos, gran parte de ella en infraestructura. Al momento se han construido 35 kilómetros de caminos internos y decenas de equipos trabajan en la adecuación del suelo para garantizar un manejo que evite la erosión.
El diseño de curvas de nivel y la introducción de nuevas variedades de eucalipto para el trabajo de rompe viento dan cuenta de la planificación a largo plazo.
El continuo tránsito de máquinas pesadas da cuenta del desarrollo del proyecto, que marcha parejo en dos sentidos: el levantamiento de infraestructuras y el desarrollo de tecnologías agrícolas, que es el aporte fundamental de este proyecto a la vida nacional.
Las 1,700 tareas sembradas a la fecha pertenecen a dos subvariedades de la Robusta, por un lado la nativa heredada de los boricuas, por el otro la llamada Balear, ambas de gran resistencia a las plagas y alta producción.
En términos varietales el aporte de este proyecto radica en la instalación de un banco de clones de las dos variedades de Robusta de mayor rendimiento en el mundo. Estas variedades, importadas desde Brasil y Costa Rica, están en capacidad  de producir hasta 16 quintales por tarea cuando la media nacional es de 50 libras.  La propagación se realiza por clones de las variedades importadas, de manera que se pueda reproducir sin perder ninguna de sus características originales.
El desarrollo de estas tecnologías y su adaptación a las condiciones de la República Dominicana es el resultado del trabajo de 36 técnicos bajo la dirección del ingeniero Félix Rosado. Además de las tecnologías agrícolas, Rosado defiende el manejo ambiental del proyecto que ha preservado cañadas y escorrentías de manera que el área intervenida pueda coexistir con la naturaleza. Solo se ha sembrado café donde antes había potreros.
Junto al trabajo de desarrollo agrícola marcha la construcción de una gran factoría que incluye el beneficio húmedo y seco, secadoras, almacenes y planta de tratamiento de aguas residuales. La dimensión de las edificaciones se puede estimar a partir de la producción esperada. Rafael Perelló asegura  que cuando la finca funcione al 75% de su capacidad  produciría 50 mil quintales de café que equivale al 20% del total nacional actual. Por ahora en la finca trabajan 650 personas todas de las comunidades cercanas. Los técnicos viven en 15 apartamentos rentados por la empresa cerca de Hato Mayor.
Rafael Perelló, reconocido agroempresario del sector cafetero, dijo que la gente para cosechar los 50 mil quintales de café vendrán de todas partes. “Se pagará para ello, y trabajo es lo que falta en este país”, agregó.
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