Rafael Ramírez, el tío que se ganó mi cariño en Hato Mayor

Rafael Ramírez, el tío que se ganó mi cariño en Hato Mayor

Por Manuel Antonio Vega 

Es sabido que los padres nacidos a principios y mediados del pasado siglo XX inculcaron valores, que marcaban el respeto a vecinos y allegados.

Fue en ese escenario que aprendí que los compañeros de trabajos y vecinos de mis padres Neno Vega y Doña Gladys de la Rosa, debían ser tratado como familia, hermano o primo, como una razón para guardar el respeto.

Rafael Ramírez,  un ordeñador de ganado de la hacienda Nova Hnos, nació el 16 de octubre de  1936 es casado con Francisca Sosa, natural de la comunidad de Arroyo la Puerta, sección El Manchado.  Con ella procreó y crío 10 hijos, cinco varones,  cinco hembras.

Desde muy pequeño mis hermanos y yo lo tenemos y tratamos como un tío familiar.

Es un hombre amigable, lleno de dulzura y conocimiento de cultura general. 

Se estableció  en Hato Mayor del Rey, por allá por el primer quinquenio de la década de 1950, luego de abandonar  su pueblo de nacimiento, San José de los Llanos, un municipio de la provincia de San Pedro de Macoris.

Fueron sus padres, el agricultor   Manuel Ramírez Morla  y la doméstica Gabriela Polanco Ramírez.

Cuando pisó la tierra de «El Ejido» como antiguamente los nativos llamaban a Hato Mayor  del Rey, habían apenas unas 300 casas dispersas en varias calles y el agua la cargaban en carretas desde el río Maguá para venderla  a los escasos hogares.

Permaneció más de 50 años como empleado de lechería en la Hacienda Nova Hnos, donde logró una liquidación de una vaca lechera y 15 mil pesos. 

Ayer 23 de mayo visité su hogar, en el sector Las Malvinas, al norte de Hato Mayor, porque tenía muchos años no sabía de su vida y salud.

Aunque el añoso hombre ha perdido algunas facultades, lo noté con su mente lúcida, para narrar algunos episodios donde fue testigo de primera línea en la famosa Lechería de los Nova.

Llegó a encompadrar con mi padre, Don  Neno Vega, llegando a ser padrinos mutuamente de varios de sus hijos.

Me narró una anécdota que aconteció en el segundo quinquenio de la década de 1970 en la Lechería de los Nova, y que narró de esta manera:

«Pedro Julio Cordero (Julio Lin), era un compañero de labores que diariamente iba al ordeño a buscar la leche asignada para el y sus hijos que había procreado con Silvia Margarita Vega de la Rosa (Magaly), hermana del autor de este escrito. Acotenció que abía un joven que se llamaba Julio Salas, que recogía café en la parte agrícola de la Compañía Nova Hnos,  iba a los cafetales sin camisa y con los senos muy estirados a quien le pusimos el mote de Julio Tética,  y los ordenadores de la lechería acordamos recibir a Julio Lin, cantando, «llegó, llegó, llegó a buscar la leche  «Julio Tética».  

Esto lo repetían cada madrugada de lunes a domingo y así mismo se fue irritando Julio Lin a tal punto que un día amenazó con picotear a machetazos a quien osara con volver a llamar Julio Tética.

Un lunes  a eso de la 5:30 de madrugada Julio fue decidido a entrerle a machetazos a quien volviera a repetir lo que entendía era un estribillo burlesco.

Rafael Ramírez, advirtió al grupo de ordeñadores que se acercaba Julio, a quien le adjetivaron   JulioTetica. 

Mientras más se acercaba Pedro Julio Cordero a los corrales de ordeño, el grupo para no ser amacheteado cambió el coro por «llegó, llegó, llegó  la Navidad». 

Narra que Julio esperaba que lo iban a esperar con  el despectivo adjetivo, pero que ellos, los ordenadores, cambiaron la temática y a partir de entonces dejaron de «jugar» con el sabio Julio Lin, de quién dijo era capaz de materializar su amenaza.

 

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