Descuartizador admite crimen y revela antes de picar mujer la estranguló y que pensó lanzar al mar

MANUEL A. VEGA
atacando10@hotmail.com
HATO MAYOR.- Bernardo Antonio Batista Vilorio, 43 años de edad, admitió ante los investigadores policiales el crimen de la mulata Cecil Lanzó, de 30 años, pero dijo que antes de descuartizarla, de picarla en trozos, como si fuera una vaca, la estranguló, le aprestó el cuello hasta quitarle la respiración y pensó tirar las piezas humanas al mar.
El confeso asesino narró paso por paso como llevó a cabo el crimen y porque lo hizo, indicando que la mujer que amó nunca pensó que yo la iba a matar y que era masoquista, que le gustaba aguantar golpes.
“Cuando ella llegó de la discoteca eran las 3:40 de la madrugada del sábado y le inquirí que donde estaba, con quien estaba y que hacía a esa hora en la calle, cuando el hombre soy yo estoy acostado desde temprano”, narró.
Explicó que cuando la cuestionó, ella le fue encima y que forcejearon, yendo ella  hasta la cocina a buscar un cuchillo, con el cual supuestamente lo atacó, logrando arrebatarle  el cuchillo y arreguindarsele al cuello hasta hacerla caer al piso. La  mujer pesaba unas 300 libras y medía unos 5.8 pies de estatrua, mientras que el era de unos 5.4 pies y delgado.
“Ya en el piso la apresté por el cuello casi por 20 minutos, la solté al ver que ya no se movía, le había asfixiado, estrangulado”, dijo sin rubor y sin signo de arrepentimiento.
“Al ver lo que hice arrastré el cuerpo de la sala hasta el aposento, la desnudé y luego moví el cadáver hasta el baño y comencé a picarla, para desaparecer el cuerpo”, sostuvo.
Significó que lo primero que cortó fue la cabeza, luego los brazos y las piernas, que colocó en fundas plásticas.
“Después corté el cuerpo a nivel de estomago y la parte de la barriga y la del pecho, la envolví en sábanas y le hice varios nudos, para que no se me saliera”, narró el frio asesino a los investigadores.
PENSO TIRAR TROZOS AL MAR
Dijo que luego ideó sacar los trozos o piezas humanas y depositarlas en el mar, pero que pensó que podía ser descubierto a esa hora por alguien o la policía que tiene su destacamento en el embarcadero.
“Entonces, abrí la puerta que da acceso al patio, busqué una escalera y la coloqué en la pared que da acceso a El Casón, una vivienda abandonada que queda detrás de la vivienda donde vivo, subí los bultos y lo dejé caer al otro lado, luego crucé al otro extremo y deposité las fundas y las sábanas con los pedazos de carne en el  pozo o aljibe”, siguió diciendo.
Manifestó que luego regresó  al interior de la casa y lavó bien el baño hasta borrar evidencias del crimen y “luego me acosté”.
Señaló que la operación para deshacerse del cuerpo de su mujer la realizó en unos 45 minutos.
“Qué hizo usted al amanecer el sábado”, preguntó el investigador policial.
“Me levanté como a las 9:00 de la mañana, abrí mi casa y me puse a esperar que fueran clientes a comprar joyas y accesorios que mi esposa trajo de Puerto Rico y en la noche me iba a beber a los burdeles”, expuso.
Admitió que siguió su vida normal en Sabana de la Mar y que cuando la gente preguntaba por Cecil le respondía “Más sabes usted de ella  que yo, aunque me dijo que se iba para Puerto Rico”.
El idilio entre Cecil y Bernardo llevaba años y era de conocimiento del pueblo de Sabana de la Mar del maltrato que el matador daba a la mulata, a quien celaba hasta con  los mosquitos que llegaban a su piel.
MAL OLOR LO DELATÓ
Cuando Bernardo  golpeaba a Cecil, los vecinos escucharon y llegaron a decir esa gente no deja de pelear ni dejan dormir a nadie en el barrio, pero al pasar las horas y los días comenzaron a levantar sospechas.
La mujer fue dada por desaparecida, porque hasta Bernardo no daba explicación de su paradero.
Pasó el sábado, el domingo, el lunes, pero ya el martes el cuerpo expuesto a las aguas del aljibe y a los rayos del sol, comenzó a expeler mal olor, lo que preocupaba a los vecinos, que llegaron a decir que eran ratones muertos que habían por los alrededores.
Los fétidos olores crecieron y la preocupación de vecinos amentaba, hasta que un vecino cruzó al patio de La Casona, buscando saber que olía tan mal y observó una pierna humana y la cabeza flotando en el agua y dio parte a las autoridades policiales.
Cuando patrulla policial llegó al solar yermo y vio las piezas humanas, Bernardo estaba como si nada en la casa, simulándolo todo.
La patrulla policial llegó hasta la casa de Bernardo y lo apresó como sospechoso, pero este en principio negó toda responsabilidad.
Fue en Hato Mayor, que decidió revelar a los investigadores lo que había hecho con la madre de su hija.
LOS VECINOS
“Esa mujer quería su hombre, pero él había caído en el vicio de las drogas y todo lo que ella mandaba él se lo chupaba de drogas y además era celoso como el diablo”, contó un vecino que pidió el anonimato, pero que conocía a la pareja.
 “Ella estaba contenta, alegre, dijo que había venido para diligenciar los papeles de Bernardo, que quería llevárselo y ponerlo a trabajar”, le había confiado a una amiga que compartió con ella en la discoteca la noche del pasado viernes, horas antes de ser estrangulada y picada por el padre de su hija, Bernardo Antonio Batista Vilorio, de 43 años.
Para los vecinos, que siempre pidieron reservas de sus nombres, la discusión era una más de las que la pareja lo tenía acostumbrado a escuchar,  sin imaginarse que era la última, porque con esa terminó la vida de una mujer que se desvivía y embobaba por su marido.
En medio de la discusión, la mujer le había pedido que mejor la matara, sino la podía dejar divertirse con sus amigas, lo que al parecer cumplió Bernardo.
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LA NIÑA SALVÓ DE CHEPA
La niña de la víctima se salvó de milagro del hecho donde perdió la vida su madre, porque su progenitora al parecer presentía la muerte y la había llevado a la casa de una amiga, que no se especificó.
El asesino tenía una orden de alejamiento judicial, pero la mujer adoraba a su hombre y en cuanto vino de Puerto Rico lo buscó para plantearle que iba a diligenciar los papeles para que se fuera con ella a Puerto Rico.
Las autoridades judiciales y médicas decidieron que los trozos humanos fueran llevados a Patología Forenses a San Pedro de Macorís, para determinar las reales causas de la muerte de Lanzó Canario.
El hecho de sangre ha dejado compungido a Sabana de la Mar, cuyos habitantes se volcaron al lugar de la tragedia y permanecieron hasta que las autoridades sacaron la última pieza humana del cuerpo de la multa del aljibe.

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